jueves, 14 de mayo de 2009

VIRGEN DE LA MERCED

Éste es el contenido litúrgico, solemne, de aquello que cautivos y hombres libres dicen cuando llaman a María Madre de la Merced. Ella es fundamento (fuente arcana y vientre maternal) de donde brota gracia y misericordia de Dios para los hombres cautivados, dentro de este mundo malo. Ella es reflejo, la expresión cercana de aquel Dios a quien llamamos Padre de misericordia. Es la piedad de Dios hecha cercana, aquella gracia siempre abierta, dirigida a suscitar la libertad y amor de Dios sobre la tierra. Es Madre de misericordia, esto es, origen de merced y redención, en medio de la tierra cautivada. Así ha manifestado su mas hondo misterio ante Nolasco, redentor de cautivos, su devoto y santo de misericordia redentora.
Lógicamente, al situarse de esa forma ante María, los religiosos mercedarios dejan algo en sombra a su hermano fundador, Pedro Nolasco. Saben que el misterio de la redención les sobrepasa y saben que ella manifiesta sobre el mundo la función originaria de María. Por eso la presentan ya muy pronto como Madre y fundadora, no porque pretendan apoyarse simplemente en una manifestación o aparición sensible, sino porque María sigue siendo fundamento, inspiración y contenido de toda la actuación liberadora. María es así la merced de Dios. En esta línea se mantienen las constituciones posteriores: "Mirad la hondura o cavidad del lago de donde habéis sido tomados, esto es, las piadosísimas entrañas de la madre de Dios.
El texto alude a Sara, esposa de Abrahán, madre del pueblo (cf Is 51,1-2). Pues bien, ahora la madre universal es ya María. Ella es por Dios y desde Dios la "hondura del lago de la vida"; es el principio, entraña, de toda acción liberadora. Por eso, ya no es madre a la que todo vuelve, en gesto regresivo; no es sencillamente apoyo o refugio en el peligro. Ciertamente, ella sostiene a los cautivos que se encuentran derrotados. Pero los hermanos redentores la descubren siempre como mujer comprometida: pone en marcha el gran camino de liberación de los cautivos, es promotora de nueva redención para aquellos que la invocan, pertenezcan o no a la orden que lleva su nombre.
MARÍA DE LA MERCED, EVANGELIO DE LA LIBERTAD.
Para comprender y actualizar esa tradición mariana de los principios mercedarios tenemos que volver a la Escritura, descubriendo la función liberadora de la madre de Jesús. Lo haremos destacando tres de los aspectos que supone el evangelio: anuncio, compromiso, celebración. Todos presentan un rasgo mariano, que nosotros reasumimos luego en perspectiva mercedaria. La madre de Jesús se nos revela de esa forma como signo personal, signo importante, de ese evangelio de liberación (cf Ap 14,6ó) de Dios que pretendemos proclamar sobre la tierra.
El evangelio es ante todo buena nueva, anuncio de la acción liberadora de Jesús que ofrece el reino. En ese plano se sitúan las acciones y palabras de su historia, abierta en oración al Padre y extendida en amor hacia los pobres. En perspectiva pospascual, la buena nueva se concretiza como testimonio de la resurrección de Jesús entre los hombres: por eso proclamamos el perdón, la libertad y gracia de Dios sobre la tierra.

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